Si
ya antes existían maestros/as que no cumplían todas sus funciones o no daban el
perfil como educadores, dada la situación actual en la que nos encontramos
económicamente, y por repercusión, la
situación en la que se encuentra la educación española, a los educadores se les
complica el cumplir con sus funciones como deberían.
La
masificación de las aulas desemboca en que la tarea de conocer a cada niño en
particular, mediante la observación, para poder adecuar el proceso de
enseñanza-aprendizaje a las características y necesidades de los alumnos, sea
cada vez más difícil.
La
coordinación con las familias, si ya de por sí es un tema complicado, puesto
que cada familia es un mundo y no todas están dispuestas a colaborar y a
cooperar con el educador para la más completa educación de su hijo, también se
empobrece junto con otras muchas tareas.
Y
qué decir, de la colaboración con otros centros y otros niveles en las
distintas transiciones de la educación,
imposible. Menos maestros, más niños y ¿queremos mayor colaboración y
mayor coordinación? A día de hoy no creo que esto se lleve a cabo y si se
realiza creo que el trabajo realizado
será el mínimo.
También
como docentes debemos coordinarnos con el resto de profesionales, orientador,
A.L, P.T., etc. ¿Pero dónde están? Cada vez hay menos en los centros y vuelvo a
lo mismo, quizás cuando más se les necesita, ya que contamos con más niños y
niñas en el aula y la tarea de conocerlos es cada vez más difícil.
En
su gran mayoría todas las tareas del docente se ven empobrecidas generalmente
por la situación económica. Lo que sucederá y quizás ya esté ocurriendo es que
el maestro/a se acomodará y hará un trabajo cada vez más sistemático y
monótono, dejando de lado la esencia de la educación infantil que es esa
flexibilidad y esa adecuación a cada niño y a su mundo particular, que en otros
niveles de la educación se pierde.
Por
otro lado hay un millón de tareas, actitudes y competencias que segura estoy
que en un buen profesional se cumplen, nos encontremos en la realidad
socio-económica que nos encontremos, porque el educador que hace su trabajo con
gusto, lo hace con amor, pensando en el bien de sus niños y en sus necesidades
educativas. Porque al contrario de los que mandan, los docentes si somos
conscientes de que en nuestras manos tenemos el futuro, que son esas
pequeñas personas, y no se nos puede olvidar que somos su guía y su modelo.
Lo
positivo de todo esto quizás sea la tan ansiada actualización profesional. Siempre
he oído que había que actualizar nuestra formación, para estar al día,
lógicamente, y cómo no, para conseguir trabajo. Pues bueno, a día de hoy no
hacemos otra cosa más que formarnos, y yo espero ansiosamente mi oportunidad.
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